jueves, 24 de julio de 2008


Los músicos y el mundo

[Primera parte]

Caramelos en el fondo de tu alma
Recorriendo los abismos de tus penas
Algunas clases imaginarias de batería
No alcanzan para fortalecer
Los bíceps en tu colmena

Encontramos en el poder de las amígdalas
Volcanes melancólicos de neblina
Lluvia existencial de amianto
Desgaja una por una las mandarinas de la vida
Y un japonés intrascendente allá en su época
Se desdibuja los dedos tocando la ocarina

El ruido del mate
Me llega como una gota de rocío a un jazmín

“¿y el vuelto de la vida donde lo recibo?”,
Pregunta un bandoneonísta acristalado,
Desmigajada su alma en diferentes partes del mundo

Isis y Osiris protegen a los cortos de vista
Descendiendo sobre las estrías del no-pensamiento lunar
Ocupando como viles tortugas hipnotizadas
El agua pesada y negruzca
Que crece y se estanca sin fin
En las palanganas astrales

La arena de las mentiras no puede surgir
Sin tallos que la fermenten
Imaginando los corales efervescentes
En las grietas que esconden ultrasonido
De un arruinado templo egipcio

Los guitarristas lloran gotas de marfil rojo y verde
Suspendidos en el aire de buenos aires
Y usando las nubes, a veces de pañuelo,
A veces de almohada,
Le piden perdón a sus dioses
Por haber rebelado los secretos del universo
(con ayuda de sus múltiples amantes de madera)

Abajo, en las plazas y los parques
La gente no se sorprende al ver caer el marfil
Y los fluidos indelebles
Los conductores, en las avenidas
Miran el cielo y se encogen de hombros
“¿Y que quiere –comentan con sus vecinos-,
si vivimos en una ciudad
que los años luz hacen girar como calesita?”

Alguien muere en Indochina
Y la tierra se agita, marchita
Un perro lame otra vez sus heridas
Y un violín inmaterial lastima los oídos de los muertos

Y la sombra oscura de tu mente no comprende nada
Solo vaga de aquí para allá, amarilla
Incandescente
Pobre anguila de aguas dulces
Surfeando las corrientes
Que muelen el oro rojo en sus entrañas

Vuelven a crecer sobre un triste mar herido
Los inmundos laureles corrompidos
De un romano con el diablo en cada ojo
Que supo creerse ingenuamente, alguna vez
Emperador del reino de las avispas

¿Y que pasa las tardes azules con los canguros de jade?
(Se me ocurre que ellos solo tocan sus instrumentos con la mente)
Por favor, que algún dios azucarado y embarrado
Bendiga a éstos amigos de lo innombrable

¿A que amargarse por las cáscaras podridas de una sutil naranja?
(el mundo está lleno de idiotas, si vamos al caso)
Por supuesto, no se trata de gente sin alma
Sino de simples personas
Que no respetan el paso de sus sombras aladas

Allá, en la cumbre de los pirineos
Un cazador asmático alimenta el fuego
Con leña especial para soles negros
Se le achica el corazón, colgando de una rama mientras se seca,
Al escuchar una balada de desconocidos instrumentos extranjeros
Dedicada al nuevo “Ptolomeo”,
Oscuro abismo que se escapa de los cielos
Desafinando una vez más al rey y señor del universo


[Segunda parte: Naranjas, sogas, y caña]
(“… -¡No manches! –dice la chava...”)

Los soles del universo
Se juntan una vez más en sabio consejo
Para decidir que hacer con los supuestos “espejos”
Que perturban a las esferas de luces,
Renacidas y oscurecidas por el mar Egeo

Se decide, una vez más
Invocar a un antiguo compañero

Cae así el pergamino con la orden
En forma de flecha de plata anaranjada
Se hunde en la carne de la tierra,
Atravesándola sin problemas
Como su dedo en una mousse de chocolate
Que solo soy capaz de hacer en mi piano,
Extracto de maderas de felpa,
Únicamente para ella

(la flecha parece roja bajo la tierra)
Atraviesa los círculos de lava en un santiamén, sin pena ni gloria
(Algunos le chistan incoherencias,
pero ella no da bola)

El viaje termina en los aposentos
De uno de los primeros griegos
Éste, acostumbrado a la dinamita y las termitas
No se enoja cuando la flecha (ahora violeta)
Interrumpe la pureza de sus sueños,
Nostálgicos de pegasos y primaveras

De las profundidades del centro de la tierra,
Emerge el músico, elevándose
Con su lira verde uva y aceituna de los 1000 y 1 sonidos
Visualizando el lugar perfecto,
Se planta con decisión
Sobre los gigantes vegetales del amazonas
Y una vez conectado su instrumento a las venas y arterias de la tierra
Toca para el mundo su música

La misión otorgada es doble:
Enseñar a los humanos el verdadero sentido de ésta palabra
Y purificar con los sonidos sus almas,
Limpiándolas de todo el mal
Que estas pequeñas pulgas rabiosas
Ocasionan al equilibrio místico del universo

Pero fracasa, apenado, el griego,
Despertando la cólera y la sorpresa
De los dioses de todas las religiones

¿Qué va a escuchar la gente,
si ni siquiera son capaces
de verlo flotar sobre los árboles?

Abren, entonces, los 7 soles que todo lo gobiernan
El sobre marcado como “plan B”
Y procedenCon el otro tipo de limpieza

domingo, 29 de junio de 2008

Acero salvaje (de calidad)

El felino ataca al acaecer la noche

Los frutos mueren a su paso, podridos de neblina

Bajo las montañas se escuchan los últimos bramidos

Del cancerbero reducido por golpes de navajas sigilosas

Aurora espectral que traga con ahínco la amargura de las rosas

Distantes los ojos que se miran a sí mismos desde el ocaso

Mutilando las sombras de los inocentes

LA voz escupe fuego contra los oyentes

Cuerpos mohosos con orejas sin cartílago

Puestas las sandalias que un día desafinarán el inframundo

Empédocles lanza su maldición a los árboles, lagos y, sobre todo, a los hombres

(especie esta a la que no pertenece)

Esquivás las gotas azulinas que caen del techo

Sentado en tu sillón de plata carcomida

Solo las criaturas con alas penetran tu morada

Son pocos los sabios capaces de advertir…

…que la muerte les llega cuando ya no les sirve para nada…

domingo, 6 de abril de 2008

Ganarle al monstruo

Se adivina el metal en el aire

Espeso como avena inclemente

Sufragio de los días marchitos

Llora el almanaque

La miel que no tuvimos

Ahora inunda sus ríos

Inmutables como los rayos del sol

Ahora, que ya no esperamos el diluvio

Y la arena ha tragado nuestros pies

Destruimos las jaulas de los galgos alados

Y miramos un cielo limpio de nubes

Que pronto caerá sobre nuestras cabezas

El sol y la luna se disputan el alma humana

Como carneros hambrientos un pan de pasto

O esa nube desobediente

Que carga en sus talones agua marina

Y siempre se llena de un líquido rojo

Alumbran las estrellas lugares imposibles en las colinas

Y un gorila le pregunta a un pez-espada:

“¿Cuándo entenderé al mundo?”

Burbujas de azufre crecen en el estómago del bípedo más despiadado

Aquel que necesita extensiones de sus sentidos

Para crear la ilusión de omnipotencia

El mismo animal que reniega de su naturaleza

Se pregunta por el origen de la vida

Y vive pendiendo de un hilo

Las venas de la tierra arden con sangre de Neptuno

Los cuerpos celestes se distorsionan como sonidos mal ecualizados

Gritan furiosos todos los pájaros del mundo

Nuestros pies robados

Los distribuye la tierra entre las plantas

Que rompen las macetas y escapan a las calles

Se abre una grieta en el aire

Y algo asoma una garra

Ojos del tamaño de ciudades crecen en el cielo

Una vez un arquitecto dijo:

“Nunca hagan enojar a una máquina”

Ojalá alguien lo hubiese escuchado…


Deus ex machina